Julio Chávez es un reconocido actor argentino que se destaca en el mundo por sus logros profesionales. Reconocido popularmente por su faceta actoral, ha recorrido muchos sitios instalando su impronta y dejando una huella en cada rol desempeñado.
Pero Julio no sólo es uno de los mejores actores nacionales, sino que también se desempeña en diferentes ramas del arte con el mismo talento y vocación que lo hace al actuar, “la verdad es que me siento muy cómodo, en las diferentes áreas de las que me ocupo ya sean desde la autoría, la dirección, la actuación o la pintura, porque la verdad es que no son actividades para hacerlas incómodamente, o sea que no son actividades para hacer ni por compromiso, ni de una manera no placentera, aunque cada una tenga sus dificultades en el quehacer”, afirma convencido de sus dichos.
Lo que realmente queda claro al escuchar las palabras de Chávez es su fiel vocación a la actividad expresiva, la comodidad a la hora de actuar, escribir y dirigir, llevadas a cabo en cada una de esas disciplinas, “lo que tiene de común y lo que no tiene de común, cuestiones técnicas, cuestiones de oficio, cuestiones metodológicas, cada una de ellas particulares, pero como siempre digo yo podría dejar de actuar, podría dejar de escribir, podría dejar la dirección, podría dejar de dar clases, pero no podría dejar el trabajo expresivo, así que no me imagino poder abandonar la actividad expresiva”, reveló durante la entrevista que mantuvo con nuestro medio.
Es difícil imaginar hoy que una persona con tanta facilidad para expresarse sobre un escenario, fuera la misma que tiempo atrás luchaba por salir a la luz Julio se recuerda de niño con grandes dificultades para “articularse” con los demás “tenía una gran dificultad de articularme con los otros, pero al mismo tiempo el gusto y la conciencia de la escena; desde pequeño, ya. Para mi el mundo era una representación, nunca actuar fue un acto de mentira, para mi la actuación siempre fue un acto orgánico y sumamente humano”, ilustra Chávez.
Julio nació en el Hospital Alemán, el 14 de julio de 1956, es descendiente de padre alemán y madre nacida casualmente en Italia, de padre egipcio y madre vascofrancesa, su verdadero apellido es Hirsch, y por un gusto particular, decidió que tanto este como el de su madre, Jabes, no eran los indicados para acompañar su historia artística. En ese momento, Chávez, fue el elegido.
Julio... el otro
Julio comparte la vida con su madre de 81 años, y una hermana mayor. Su padre, ya no está con él, “tengo a mi madre viva por suerte, mi padre murió. Mi fantasía es haber tenido muchos hermanos pero después conocí a muchas personas con muchos hermanos y dicen que no es como yo creo, y creo que más que familero soy amiguero”.
Julio Chávez celebra la vida, poder transitarla y recoger cada momento que le otorga felicidad y placer, el trabajo es lo que más lo gratifica, el desempeño cotidiano que lo envuelve en un alto significado de poder seguir adelante sin mirar atrás, “mi trabajo, la ocupación que he elegido para vivir, sin lugar a dudas lo que más disfruto, crear, darle vida a los roles, ir al teatro, mirar teatro, leer teatro, escribir, pintar, eso sin dudas es lo que mas me gusta hacer”. Sin embargo la muerte es sin lugar a dudas uno de los pesares que logran atormentarlo, “por supuesto que le temo a la muerte, le tengo mucho miedo entre otras cosas a no tener la entereza, y la fortaleza de ceder, es por ello que me gustaría que fuera de una manera digna”.
El arte como medio y mensaje
Sin lugar a dudas el terreno artístico, abre la brecha a diferentes aplicaciones que un artista, o al menos nuestro entrevistado no osa rechazar.
Las actividades se vinculan, y posibilitan crear un nuevo universo donde las diferentes facetas se comunican, “estamos en un terreno que tiene compuertas hacia muchas otras actividades, el teatro es una cuestión visual, es una involucra a la letra, a las palabras, a la actuación, a la escenografía. Es muy difícil que un actor entre al mundo de la pintura, pero es muy común que un pintor entre al mundo del teatro. Son áreas y expresiones, que se van comunicando a lo largo de mi vida”, cuenta Julio revelando cuanto le ha otorgado este labor en su vida, “en este trabajo, he encontrado varios momentos y varias oportunidades para empezar a desarrollarme en las diferentes actividades que hoy por hoy llevo bastante articuladas entre sí, y finalmente todas conllevan a un mismo problema que es el del lenguaje y el del relato, así que no hay tantas diferencias tampoco”.
Julio Chávez es de esas personas que viven el día a día, con la cabeza hacia delante y la mirada puesta en aquello que en algún momento llegará.
Una persona que no se gratifica al pensar en metas cumplidas, sino que prefiere construir a su paso un camino que sólo encontrará su fin el día de su muerte, un afortunado que ejerce el trabajo que adora, un trabajo en el cual según él, todavía hay mucho por hacer.
Sin embargo, estas sensaciones y sentimientos no lo llevan a la felicidad, ya que para Julio Chávez, el secreto no es ser feliz, sino mantener una fuerte entrega a la vida, una energía vital que permite disfrutarla, sentirla y vivirla de una modo sin igual.
Pero Julio no sólo es uno de los mejores actores nacionales, sino que también se desempeña en diferentes ramas del arte con el mismo talento y vocación que lo hace al actuar, “la verdad es que me siento muy cómodo, en las diferentes áreas de las que me ocupo ya sean desde la autoría, la dirección, la actuación o la pintura, porque la verdad es que no son actividades para hacerlas incómodamente, o sea que no son actividades para hacer ni por compromiso, ni de una manera no placentera, aunque cada una tenga sus dificultades en el quehacer”, afirma convencido de sus dichos.
Lo que realmente queda claro al escuchar las palabras de Chávez es su fiel vocación a la actividad expresiva, la comodidad a la hora de actuar, escribir y dirigir, llevadas a cabo en cada una de esas disciplinas, “lo que tiene de común y lo que no tiene de común, cuestiones técnicas, cuestiones de oficio, cuestiones metodológicas, cada una de ellas particulares, pero como siempre digo yo podría dejar de actuar, podría dejar de escribir, podría dejar la dirección, podría dejar de dar clases, pero no podría dejar el trabajo expresivo, así que no me imagino poder abandonar la actividad expresiva”, reveló durante la entrevista que mantuvo con nuestro medio.
Es difícil imaginar hoy que una persona con tanta facilidad para expresarse sobre un escenario, fuera la misma que tiempo atrás luchaba por salir a la luz Julio se recuerda de niño con grandes dificultades para “articularse” con los demás “tenía una gran dificultad de articularme con los otros, pero al mismo tiempo el gusto y la conciencia de la escena; desde pequeño, ya. Para mi el mundo era una representación, nunca actuar fue un acto de mentira, para mi la actuación siempre fue un acto orgánico y sumamente humano”, ilustra Chávez.
Julio nació en el Hospital Alemán, el 14 de julio de 1956, es descendiente de padre alemán y madre nacida casualmente en Italia, de padre egipcio y madre vascofrancesa, su verdadero apellido es Hirsch, y por un gusto particular, decidió que tanto este como el de su madre, Jabes, no eran los indicados para acompañar su historia artística. En ese momento, Chávez, fue el elegido.
Julio... el otro
Julio comparte la vida con su madre de 81 años, y una hermana mayor. Su padre, ya no está con él, “tengo a mi madre viva por suerte, mi padre murió. Mi fantasía es haber tenido muchos hermanos pero después conocí a muchas personas con muchos hermanos y dicen que no es como yo creo, y creo que más que familero soy amiguero”.
Julio Chávez celebra la vida, poder transitarla y recoger cada momento que le otorga felicidad y placer, el trabajo es lo que más lo gratifica, el desempeño cotidiano que lo envuelve en un alto significado de poder seguir adelante sin mirar atrás, “mi trabajo, la ocupación que he elegido para vivir, sin lugar a dudas lo que más disfruto, crear, darle vida a los roles, ir al teatro, mirar teatro, leer teatro, escribir, pintar, eso sin dudas es lo que mas me gusta hacer”. Sin embargo la muerte es sin lugar a dudas uno de los pesares que logran atormentarlo, “por supuesto que le temo a la muerte, le tengo mucho miedo entre otras cosas a no tener la entereza, y la fortaleza de ceder, es por ello que me gustaría que fuera de una manera digna”.
El arte como medio y mensaje
Sin lugar a dudas el terreno artístico, abre la brecha a diferentes aplicaciones que un artista, o al menos nuestro entrevistado no osa rechazar.
Las actividades se vinculan, y posibilitan crear un nuevo universo donde las diferentes facetas se comunican, “estamos en un terreno que tiene compuertas hacia muchas otras actividades, el teatro es una cuestión visual, es una involucra a la letra, a las palabras, a la actuación, a la escenografía. Es muy difícil que un actor entre al mundo de la pintura, pero es muy común que un pintor entre al mundo del teatro. Son áreas y expresiones, que se van comunicando a lo largo de mi vida”, cuenta Julio revelando cuanto le ha otorgado este labor en su vida, “en este trabajo, he encontrado varios momentos y varias oportunidades para empezar a desarrollarme en las diferentes actividades que hoy por hoy llevo bastante articuladas entre sí, y finalmente todas conllevan a un mismo problema que es el del lenguaje y el del relato, así que no hay tantas diferencias tampoco”.
Julio Chávez es de esas personas que viven el día a día, con la cabeza hacia delante y la mirada puesta en aquello que en algún momento llegará.
Una persona que no se gratifica al pensar en metas cumplidas, sino que prefiere construir a su paso un camino que sólo encontrará su fin el día de su muerte, un afortunado que ejerce el trabajo que adora, un trabajo en el cual según él, todavía hay mucho por hacer.
Sin embargo, estas sensaciones y sentimientos no lo llevan a la felicidad, ya que para Julio Chávez, el secreto no es ser feliz, sino mantener una fuerte entrega a la vida, una energía vital que permite disfrutarla, sentirla y vivirla de una modo sin igual.
*Entrevista para la Revista ADN.
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