lunes, 23 de marzo de 2009

"El que no ha amado no ha vivido"




De fuerte impronta, con la mirada quieta, penetrante y los versos a flor de piel, Alfredo Félix Alcón Riesco hace suyo cada escenario, dejando una huella para siempre.
En la vida de Alfredo la actuación apareció como un juego inocente que luchaba por salir y expresarse, “de pequeño tenía una curiosa costumbre, no sé de donde surgió, a la siesta, cuando en mi casa dormían, subía a la azotea, y me disfrazaba de algo con alguna cortina que hubiera para lavar, hacía juegos, pero lo curioso es que no me gustaba que nadie me viera”, de esa forma la vocación dio sus primeros pasos y aquello que para este niño era un juego, parecido a una representación, pasó a ser teatro.


Desde su expresión las palabras devenidas de Alfredo van cobrando un sutil encanto que envuelve el diálogo en versos e historias relatadas de modo natural e ilustrado.
“Es un misterio el origen de una vocación, creo que las cosas fundamentales de la vida, las que realmente modifican y nutren la vida de una persona, son misteriosas. Encontrar la respuesta al porqué amar a una mujer y no a otra, si aquella es más linda, más buena… podes explicar tonterías, pero las cosas esenciales son un misterio”.
Sin dudas el papel más interesante en la vida de este actor es el amor. Este es el motor que impulsa a concretar los objetivos, “es un hecho fundamental trascenderse a así mismo, querer necesitar a alguien es una experiencia que te hace crecer y al mismo tiempo te da mucho miedo, como todas las experiencias trascendentales, creo que el que no ha amado, y el que no ha necesitado a alguien es alguien que ha vivido poco o mal”.
Amar es para Alfredo su condición existencial ya que se reconoce como un eterno enamorado, sin embargo el trabajo no se encuadra en este aspecto, ya que para él, éste representa una necesidad de contar cuentos que de alguna manera le permiten intuir los diferentes misterios de las cosas y compartirlo con los demás.
De todos modos el actor admira con orgullo la capacidad de pasión que representa la vida, “no puedo expresar lo que significa estar vivo con una simple palabra, debería utilizar una interjección para ello, es como ¡guau!”, sostiene.

Teatro, cine y televisión

Para Alfredo actuar es contar cuentos y la diferencia entre los formatos, visuales o teatrales radica principalmente en el público “cuando ves una película estas viendo una foto, y vos como espectador no la podes modificar, en el teatro un movimiento mental, puede mejorar o estropear una función, porque la función de teatro se hace entre los dos entre los que están abajo y los que están arriba”. El artista sostiene que ambos tienen la misma cuota de creatividad, lo que ocurre en el escenario y el público, entre el pensamiento del poeta, del gran autor y del público.
“Lo malo del teatro, del cine, de la vida, es el día en que te levantas y estás exactamente igual. Yo creo que las grandes obras, escuchar el pensamiento de un gran autor, le dan verdadera alegría a la gente, y por eso me gustan tanto, mas allá de que existan otras tantas que bombardeen y logren estupidizar a un público”.
Al mismo tiempo el actor afirma que no existen obras para distintos públicos o sectores sociales, considerar esto es caer en el fascismo, donde se piensa en que el pueblo debe entretenerse con trivialidades, y sólo una minoría exquisita puede acceder económicamente a los grandes obras, “creo que popular es Mercedes Sosa, es Troilo, es Pugliesse, Fito Páez y lo otro es querer rebajar al pueblo a populacho a masa, a masa que no piensa”.

El señor de los clásicos
En su lucha por elevar el sentido común, Alfredo Alcón trae a la luz que las grandes obras se caracterizan por ser populares, “cuando Lorca hacía teatro con sus compañeros de universidad en España iba por los pueblos, llegaba a lugares donde la gente no sabía leer ni escribir, donde jamás habían ido al teatro, no le llevaban esas grandes obras que se autotitulan para la familia, como si la familia estuviese constituida por idiotas, sino que le llevaba los grandes textos del siglo de oro español. Ese es el lenguaje que al pueblo se le ha sido arrebatado, se ha tratado que el pueblo no piense, y esto se encuadra en el fascismo que puja por dividir a pobres desgraciados que tienen que comer y alimentar el cuerpo y alma con basura, y están los otros que comen bien y ven cosas trascendentes”.
Sin lugar a dudas estas palabras ilustran un pensamiento que figura la realidad que nos circunda, y a través de los años fue cobrando mayor protagonismo y representación.
“Con las obras clásicas la gente se ríe mucho, tras la matanza del rey Banka, una de las escenas más terribles del teatro de Shakespeare, lo primero que sigue es el monólogo del portero del palacio que dice que tomó tanta cerveza que no para de hacer pis y aconseja que si uno tiene ganas de hacer el amor no tome mucho alcohol porque te dan ganas, pero después no podes hacerlo. Entonces que nos pasa, vamos a ver una obra clásica y no nos reímos porque nos da miedo, y no estamos acostumbrados, tememos meter la pata. Cuando vienen los jovencitos, que no poseen las limitaciones culturales de un adulto, si lo hacen, se ríen a carcajadas, y esa fue la intención del autor”; esta es la picardía y la espontaneidad en la cual Alcón insiste para con las obras clásicas, a la cual los más grandes no se animan a responder, o con la experiencia adquirida con los años han olvidado, “espontáneo es un niño que dibuja libremente, después se encargan las escuelas de hacerlo dibujar como se debe y no como el quiere, pero hay una frescura algo de espectador y de ingenuidad que uno va perdiendo, con el tiempo, ya sea por desinformación o por exceso de información, el tiempo en vez de ayudarte a estar más vivo te ayuda a ser más formal en el peor sentido de la palabra”.

Argentina, su lugar

Es sabido que Alfredo Alcón, ha trabajado exitosamente en el exterior, con logros bien ganados, más precisamente en España, sin embargo a pesar de tantos lauros, su público y escenario elegido seguirá siendo por siempre el de su Argentina natal, “no podría quedarme a trabajar en España, tengo muy buenos amigos, me tratan maravillosamente nunca me sentí extranjero, pero yo creo que mi lugar es este y tengo un compromiso con mi país”.
Fiel a su tierra, Alcón apuesta al cariño local, con una público que desde la crítica lo acompañó siempre, “si no me ha dado más es porque no tenía, durante mucho tiempo he podido hacer buenas obras porque la gente iba a verlas y me han ayudado a crecer, entonces porque en uno en muchos momentos no este bien, quiere decir que deba irme, no quiero decir que aquellos que lo hagan no amen a su país, pero para mi esta bueno devolver el gesto a quien me ha dado la mano”.
Alfredo Alcón se siente útil, más allá del papel que le toque desempeñar, y la vitalidad de su trabajo lo llena de energía que se expande en su entorno.

Inventar la alegría
Aunque suene extraño escucharlo, nuestro entrevistado, expresa claramente su escepticismo a la felicidad, pero sin dar lugar a conjeturas instantáneamente remarca que sí cree en la alegría, “si uno fuera feliz todo el tiempo sería un inconciente, viviendo en el mundo en el que vivimos. Ser feliz no creo que sea sano, creo que a pesar de eso, uno inventa la alegría”, y recurriendo a aquello que parece haber sido creado para su evocación, ilustra su contenido, con un argumento a su medida, “ eso lo contaba en el mito de Sísifo, a quien los dioses lo habían mandado subir una piedra pesadísima a lo alto de una montaña, y cuando él llegaba a poner la piedra en la cúspide de la montaña la piedra se caía, y él tenía que volver a agarrarla y volver a subirla, así por toda la eternidad, ese era su castigo. Entonces Sísifo pensó ‘¿como puedo hacer para jorobar a los dioses para ganar yo a pesar de esto que tengo que hacer?’, y Sísifo inventó la alegría, y aún sabiendo que la piedra se va a caer dijo ‘yo lo voy a hacer con alegría’, y es lo que hacemos nosotros, inventamos alegría”, relata con voz iluminada.
Es la alegría la que muchas veces saca adelante los momentos más tormentosos, aquellos que merecen ser guardados en una caja con cuatro llaves, y que sólo salen a la luz para servir de experiencias que atravesaron de alguna manera la vida.
El dolor de la muerte de su padre, fue para Alfredo un dolor muy grande en su niñez, pero el amor de sus abuelos y de su madre, colmó de alegría otros tantos momentos de su infancia, momentos donde gana el asombro la curiosidad y el deslumbramiento que, según el actor, es el hecho de estar vivo con sus cosas dolorosas y con sus alegrías, a veces con razón y a veces sin razón.

Actuar es una fiesta
Hoy Alfredo cuenta con una historia cruzada por logros y metas que esperan seguir cumpliéndose. Muerte de una Viajante es la obra que lo hace subir a escena y que lo vio brillar recientemente en nuestra ciudad, “Esa es un gran obra que el público se apasiona por ver, que se dale de la butaca viéndolo se nota un puente casi palpable entre la obra el público, es un orgullo porque es un público muy receptivo. Es una fiesta actuar en Rosario”.
Alfredo Alcón es un personaje que supera esta realidad, es muy difícil caracterizarlo con un determinado calificativo y para definirlo las palabras parecen no ser suficientes. Es por ello que a la hora de intentar hacerlo quien mejor que él para encontrar aquellas que se adecuen a su persona, “definir a alguien es como poner a las mariposas disecadas y colocarle el nombre debajo, un ser humano es líquido por lo tanto es indefinible salvo hasta el momento en que se muere. Estoy siendo, no puedo definirme porque definirme sería limitarme, aunque estoy vivo es mi definición”.
*Entrevista realizada para la Revista ADN.

“El resto de mi vida gira en torno al teatro”





Aunque le adjudique su suerte a la casualidad, este ex estudiante de Biotecnología devenido en actor y director, Matías Martínez, conoce la profesión de las artes dramáticas como si hubiera sido la primera elección desde sus mismos inicios.
Su San Nicolás natal, lo llevó a incursionar en un curso de teatro, aquello fue cobrando mayor impulso y finalmente se convirtió en su actividad profesional.
“Empecé a actuar y dirigir una obra llamada “Pelo de Grasa”, una versión libre de una obra de Griselda Gambado, esa experiencia generó un lugar transformador. Desde ese espacio me resultó imposible pensar que en mi vida podría llegar a hacer otra cosa que no fuera eso, el teatro”.
Matías nunca supo de limitaciones, y tomando como referente a La Fura del Baus un grupo de teatro catalán que trabaja con la improvisación, dio sus primeros pasos en escena, como director de La Piara, “tuvimos buenas críticas, se empezaron a fijar en nosotros y paulatinamente me fueron dando un lugar en el teatro que luego lo empecé a sentir como propio, en este sentido ganarse un lugar en el espacio que uno quiere es muy satisfactorio para el crecimiento personal”.
Aquello que en sus inicios comenzó a delinearse quedó plasmado recientemente con el gran suceso que convirtió a base de ideas que no se toman vacaciones, se generan y buscan salir a la luz durante las 24 horas del día.

Esperando la carroza
Decidió realizar una gran apuesta, lo propuso, encontró exactamente aquello que necesitaba y guiado por sus deseos, lo consiguió con “Esperando la carroza”.
“Lo que buscaba y busco con este proyecto, es que en Rosario haya un circuito comercial de teatro, a la medida de Buenos Aires. Esto va a permitir que la actividad se profesionalice, puede ser muy utópico por eso creo que uno lo sigue persiguiendo pero en esa medida uno puede hacer lo que le gusta y lo que sabe hacer, actuar, dirigir, producir”.
Esto fue lo que sucedió con Esperando la Carroza. Si bien Rosario cuenta con un arsenal de producciones locales, la estructura teatral que una puesta como esta brindó al elenco fue una propuesta nueva, y de superación.
La historia que planteó Martínez fue un elenco que actúe, un director que dirija, y un gran equipo de producción que, en cada rol determinado, logre el máximo esplendor en escena, y fuera de ella. Se lo propuso a la actual ministra de innovación y cultura, María de loa Ángeles “Chiqui” González, más tarde se lo comentó al director de La Comedia Roly Lo Giudice, y en una par de meses, esta historia cobró vida sobre las tablas.
“La decisión del elenco fue positiva desde el vamos, todos quedaron encantados con la forma de trabajar. Creo que la propuesta les gustó porque todos vamos para el mismo lado y pensamos al teatro de la misma forma, la propuesta que hice tiene que ver con la especificidad del laburo de cada uno. Es el sentido de que uno no hace lo que no tiene ganas de hacer, aquí los roles están determinados”.
Como un impulsor de propuestas y un creyente genuino, Matías Martínez decide apostar a ese sueño de lograr su cometido, “creo que había un hueco difícil de llenar, y con Esperando la carroza, comenzamos a conquistarlo y a ver, de ahora en adelante como siguen las cosas, como se desempeñan los demás”.
Su experiencia de vivir en Buenos Aires y formarse continuamente con muchos dramaturgos, le ha servido de pieza fundamental en esta proyección, “veo que en Rosario hay un ámbito propicio para desarrollar y acrecentar este arte. Sólo se necesita contar con un respaldo, con alguien que decida apostar a esto para poder demostrar que sí es posible”.

El placer como motor
Aunque sus ideas y los resultados de sus concreciones lo cataloguen como precursor de actividades, el considera completamente lo contrario, “no creo ser un precursor, todo lo que realicé en mi carrera lo hice a llevado por el placer y mis deseos, sentí hacer determinadas cosas y salieron bien. Que te ubiquen en un lugar determinado depende de la gente, del público, del espectador, es él que decide, el que asienta y confirma estas decisiones. Creo que hoy haces algo y mañana la gente ya se olvidó. Si me consideran así que sirva para algo, sino sólo va a servir para vanagloria mía y nada más, y no me parece coherente”.
Lo cierto es que Matías Martínez logró abrir la brecha, abrió el camino que lleva a pensar que la historia del teatro no sólo puede contarse entrelineas, y de manera sutil, sino también rompiendo con los esquemas y generando los propios, con un teatro que logre llenar tres funciones cada fin de semana, y un anfiteatro que explote con 6 mil espectadores, dispuestos a hacer la fila para volver a situarse cada vez que el espectáculo vuelva a escena.
“Para el teatro no me tomo vacaciones, intento hacerlo pero no puedo, soy una máquina de autogestión continua, mi vida es esto, y el resto de mi vida gira en torno al teatro”, ilustra Martinez, dejando más claro que nunca, que esa idea de cambiar las ciencias duras por el arte, fue el deseo más claro que lo marcó para siempre.
*Entrevista realizada para la Revista ADN.

¿Estás ahí?






Desde aquella tarde en que Rita Cortese dejó seducirse por el Paraná, El Gimnasio dejó de ser un mero proyecto para convertirse en una gran apuesta para la ciudad de Rosario.
Este centro de estudios artísticos, colabora con el desempeño máximo de tantos actores con talento, sin trabajar.
Ejercitar ese don y llevarlo a escena es el objetivo que desde esta escuela, la gran actriz nacional se propone y lo cumple.


“El Gimnasio es un espacio de entrenamiento actoral, creo que el talento no se da, con el talento se nace, es un don que uno tiene, pero lo que hay que hacer es entrenarlo. Vos ves al actor que es naturalmente actor, pero necesita el entrenamiento y conocimiento para poner ese cuerpo en funcionamiento”, sostiene la actriz haciendo referencia al trabajo que en esta institución, es el motor de impulso.


A diferencia de otros centros educativos, esta entidad tiene la característica de arrancar el año con una puesta que sale a la calle a competir sobre las tablas. No se trata de una mera exposición de lo aprendido sino más bien de ocupar un lugar en la cartelera, como cualquier otro trabajo artístico. “Salimos con puestas en escena y a competir a nivel profesional con una producción, y para que el actor gane dinero, porque el artista tiene que ganar. Sucede que vienen actores con experiencia, y lo que aquí realizan es un entrenamiento”.
El Gimnasio cuenta con diferentes disciplinas, la actuación, las troncales, que son técnicas de la voz, a cargo de Cristina Peirone, el área corporal que está dentro de la clase a cargo de Rita Costese, la da Alba Borazo del grupo la troupe. También, estudio de teatro a cargo de Helena Tardonato, teatro callejero (performance) coordinado por Raquel Elorza.
Puesta en marcha
Estas ahí? es la primera producción. Esta obra cuenta con dos elencos, uno es Anabela Agostini y Marcelo Troielli, quienes además del estreno del pasado 21, estarán en escena el 28 de febrero y el 7 de marzo. Por otro lado, Luzmila Almoalen y Leandro Argón, subirán a las tablas el 14, el 21 y el 28 de marzo.


Durante los sábados de febrero y marzo, esta apuesta podrá verse a las 22 horas en AMMA, el ex teatro La Cooperación.
Anabela Agostini, es una de las protagonistas de esta exitosa realización, y encantada por haber logrado su participación en la misma, define: “Para mí, trabajar con Rita es un placer, estoy muy contenta, la verdad es que vivo día a día lo que me está pasando y estoy muy agradecida. Es aprender todo el tiempo, la verdad es que estoy muy feliz con todo el grupo”.
“La característica es formar por supuesto, pero además generar un polo de producción desde la escuela, para que el artista dignifique su trabajo ganando el dinero, porque el amor al arte no existe. Mi generación pertenece un poquito a esta cosa de que tenés que ser pobre y loco para ser artista, y resulta que no, porque después cuando ves a los grandes maestros, que son los vectores del teatro en el mundo, no son ni pobres ni locos; lo que tienen son grandes sueños y una gran libertad, pero eso tiene que ver con la vida”, ilustra la dramaturga.
Está a la vista que viajar no es un impedimento para Rita ya que personalmente los lunes y martes da las clases en esta ciudad, para dividir el resto de su tiempo en no desatender sus otras obligaciones artísticas y personales.


Paradójicamente, la actriz refuta frente a la crisis política que afronta el país: “Es muy importante lo que está pasando porque los grandes movimientos culturales se han generado en los momentos de crisis. El artista no crea en libertad, crea en el límite”.

Esperando la carroza


El segundo sábado de marzo, con un teatro a pleno, arrancó la cuarta temporada de Esperando la Carroza.
Este gran éxito del teatro rosarino, volvió a los escenarios junto a un elenco de total deleite para el público. Es la primera vez que actores de primerísima talla se suben a las tablas para compartir el mismo espectáculo, y no es un dato menor que esto ocurra en Rosario, ya que esta ciudad ha sabido cosechar talentosos artistas, dueños de un a gran trayectoria.

Renovados
Esta comedia, clasificada como un clásico costumbrista, se encarga de recrear la historia que Jacobo Langsner llevó a la pantalla grande.
Aquí cada actor aporta a su personaje, los condimentos necesarios para que la puesta los envuelva en una realidad que en fundada en el humor, no representa otra cosa que una “comedia de reproches familiares”, tal como la caracteriza su realizador.
Sin lugar a dudas llevar a delante este espectáculo, precisa de un a gran producción, y es así como alrededor de 20 personas trabajan para que “La Carroza”, salga escena.
A diferencia de las anteriores temporadas, esta vez se incorporaron al elenco Martín Ovando (cadete de la florería) y Daniela Martinangeli (la Pocha). En tanto el resto del elenco se mantiene igual.
Gachy Roldán recrea a Elvira, y este, su personaje, mantiene un nivel de humor en alza a lo largo del espectáculo.
Cada uno de los actores, interpreta la historia de estas parejas que despliegan sus miserias y costumbres. Así, los papeles de Hydeé Calzone como Susana, Pipo Fernández, como Jorge; Ofelia Castillo como Nora, Mario Vidoletti como Antonio, y Tito Gómez como Sergio, interactúan la mayor parte en escena, destacando las miserias y desencuentros de una típica familia, sin descuidar el humor nunca mejor representado.
Estos tres hermanos con sus respectivas esposas no quieren hacerse cargo de su madre octogenaria, Mamá Cora, y a lo largo de la historia discuten y se pelean por ver quién se hace cargo de la anciana. En tanto ésta se pierde, se va de la casa y empiezan a tejerse especulaciones en base a esto.
De esta manera, a puras risas y carcajadas, los espectadores disfrutaron en este primer show del año, de una producción que no desperdicia talento, y que durante los sábados de marzo, abril y mayo, desde las 21, espera con ansias, otorgar un buen momento a los conocedores del buen teatro.



Ficha artística y técnica
Autor: Jacobo Langsner
Actúan: Gachy Roldán, Tito Gómez, Haydee Calzone, Pipo Fernández, Ofelia Castillo, Mario Vidoletti, Silvina Santandrea, Alejandra Gómez, Mirta Maurici, Mary Longo, Luciano Matricardi, Gustavo “Barquito” Machado, Daniela Martinángelis, Martín Ovando.
Maquillaje: Ramiro Sorrequieta
Vestuario: Paola Fernández
Escenografía: Nicolás Boni
Realización escenográfica: Aldo García
Asistente de dirección: Marcela Ruíz
Dirección general y puesta en escena: Matias Martinez