Muchas de las estrellas que aparecen en la televisión, admiradas por los chicos e incluso por los mayores, han comenzado su vida artística desde muy pequeños.
El maravilloso mundo de Disney es la compañía que recluta y arma estos “productos” que se convierten en éxito seguro.
El famoso Club de Mickey Mouse, producido por Walt Disney Productions incluía regularmente un reparto de artistas adolescentes.
Fue así que en su sexta y séptima temporada, artistas como Britney Spears, Christina Aguilera, Justin Timberlake, JC Chasez, Keri Russell y Jessica Simpson formaron parte del show.
Desde aquel momento, el futuro para estos pequeños ya no fue el mismo.
Los contratos como actores y/o cantantes irrumpieron en sus vidas, cambiándolas para siempre.
De esa manera la fama no tardó en llegar, y consagrándose como cantantes y actores reconocidos estas nuevas estrellas llegaron a la fama.
Aparentemente mantener una vida sana junto al vertiginoso mundo del show business, no es posible, ya que estos artistas en su gran mayoría se ven en algún momento de su vida envueltos en episodios para nada dignos de admirar.
Un claro ejemplo de esto es la otrora princesa del pop, Britney Spears.
Britney está llena de escándalos y excesos, que la llevaron casi a la decadencia, a una imagen completamente alejada a la de esa inocente niña que cantaba con uniforme escolar.
Sus primeras coreografías mostraban a una niña bien portada, con minifaldas tableadas y una imagen angelical y que al paso de los años se convertiría en todo un símbolo sexual.
Esta princesa nunca pensó que la fama le cobraría su estabilidad emocional y la encaminarían al consumo de drogas y alcohol. Los grandes éxitos musicales fueron opacados por diversos escándalos y su manera incontrolable de manejar sus adicciones y descensos emocionales, por lo menos hasta hace dos años.
Las adicciones cambiaron su vida, la encaminaron a diversos escándalos como el matrimonio y divorcio después de una noche de copas.
Hoy pretende retomar su carrera musical y dejar de ser una burla mundial.
Otro de los ejemplos de la lista es la joven Lindsay Lohan, un producto más de esta marca.
La actriz y cantante de roja cabellera se ha convertido en el ícono de la indisciplina.
Si bien la chica sólo cuenta con 20 años, su prontuario parece no encajar en tan corto plazo.
“Juego de gemelas” la llevó al la fama y otras incontables películas de la firma Disney, tallado una imagen de picardía e ingenuidad propia de la niñez.
Sin embargo desde que el alcohol se topó con ella, ya nada en su vida fue igual.
La historia personal de Lohan comenzó a desmoronarse. Internación por excesos, escándalos mediáticos, lesbianismo y rebeldía son las bases que estructuran a esta actriz.
Al parecer las historias se repiten con la mayoría de las niñas. El precio de la fama es demasiado elevado y estas criaturas no logran hacerle frente. La debilidad acrecienta sus sentidos o simplemente se relajan y prueban lo que no deberían. Lo cierto es que tanta gloria termina con sus vidas, y ese mágico mundo ideal se convierte abruptamente en el más siniestro de todos.
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